Martes 30 de abril de 2024

Según el Card. Cantalamessa, Jesús debe estar bien visible en el centro de la Iglesia

  • 10 de marzo, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En su segundo sermón de Cuaresma al Papa y a la Curia, el predicador pontificio advirtió que "el mundo secularizado hace todo lo que está a su alcance para que el nombre de Jesús sea suprimido".
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“El mundo secularizado hace todo lo que está a su alcance para que, cada vez que se mencione a la Iglesia, el nombre de Jesús sea suprimido o relegado a un segundo plano. Y, desafortunadamente, eso es lo que sucede. Nosotros, en cambio, debemos hacer todo lo posible para hacerlo presente”, dijo el cardenal Raniero Cantalamessa en el segundo sermón de Cuaresma al Papa y la Curia Romana. Enfatizó que no se trata de que la Iglesia se esconda detrás de la persona de Jesús, sino que sepa que Él es su fuerza y su vida.

El cardenal basó su reflexión en varios pasajes de la Carta de san Pablo a los Romanos, y comenzó citando las palabras del apóstol: “No tienen excusa: porque conociendo a Dios, no le dieron gloria; como a Dios, ni le dieron gracias”.

Por lo tanto, san Pablo está diciendo, dijo Cantalasmessa, que "el pecado supremo" es "negarse a glorificar y dar gracias a Dios". Esto nos parece extraño, señaló: “No glorificar y agradecer a Dios no nos parece un pecado tan terrible y mortal.

Para entender lo que san Pablo quiere decir, explicó: “Necesitamos entender lo que se esconde detrás de esto: la negativa a reconocer a Dios como Dios, no dándole la consideración que le corresponde”.

Se trata, pues, “de “ignorar” a Dios, donde ignorar no significa tanto “no saber que existe”, como “hacer como si no existiera”.

Pero, ¿cómo es relevante ese mensaje de san Pablo para nosotros hoy?

El predicador de la Casa Pontificia sugirió que su vigencia no radica tanto en su diagnóstico de nuestra situación como en su propuesta de solución, al subrayar que por “la redención obrada por Cristo Jesús”, san Pablo no nos invita a una renovación moral, no a volver, como instaban los profetas del Antiguo Testamento, a la Ley de Moisés, sino a una relación personal con Jesús.

A veces, dijo Cantalamessa, este es un concepto que los católicos son reacios a aceptar, prefiriendo hablar de una relación “doctrinal”, “sacramental” o “eclesial” con Cristo. Durante los últimos cinco siglos, señaló, la espiritualidad católica y el cuidado pastoral han visto “con recelo” cualquier conversación, cualquier relación personal con lo divino.

Este enfoque, insistió, está completamente equivocado. En efecto, subrayó, dado que ya no puede darse por sentada, la fe hoy debe entenderse ante todo como una relación personal, ya que "no se absorbe como niños en el seno de una familia o de una escuela, sino que debe ser fruto de una decisión personal".

Los laicos como evangelizadores
En la sección final de su homilía, el fraile capuchino volvió a considerar la cuestión de cómo encender esta “chispa de la persona de Jesús” en los corazones de los demás.

“En la mayoría de los casos que he conocido en mi vida -dijo- un descubrimiento de Cristo que cambia la vida se produjo al conocer a alguien que ya había experimentado esa gracia, al participar en una reunión, al escuchar un testimonio”.

Esto, dijo, sugiere un papel especialmente importante para los laicos, que “están más insertos en el tejido de la vida en el que suelen darse esas circunstancias”.

Los laicos que "han descubierto lo que significa conocer a un Jesús vivo y están deseosos de compartir su descubrimiento con los demás", concluyó Cantalamessa, deben convertirse, por tanto, en los primeros agentes de la misión evangelizadora de la Iglesia.+