Viernes 19 de abril de 2024

Francisco pidió "humanidad y esperanza" en las cárceles

  • 7 de febrero, 2019
  • Ciudad del Vaticano
El papa Francisco recibió esta mañana en el Aula Pablo VI al personal de la cárcel romana Regina Coeli. Asistieron unas 600 personas entre agentes de custodia, personal administrativo, médicos, educadores, capellanes y voluntarios, a quienes el Santo Padre instó a trabajar unidos para que la cárcel se transforme en lugar de redención.
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El papa Francisco mantuvo un encuentro con el personal de la cárcel romana Regina Coeli. Ante unas 600 personas reunidas en el Aula Pablo VI, el Pontífice instó a agentes de custodia, personal administrativo, médicos, educadores, capellanes y voluntarios a trabajar unidos para que la cárcel se transforme en lugar de redención.

Dirigiéndose a la "comunidad de trabajo que se pone al servicio de los detenidos de la cárcel" Francisco los invitó a marchar todos juntos en la misma dirección para ayudar a levantarse y a crecer en la esperanza a quienes lamentablemente han caído en la trampa del mal.

A cada uno de ellos el Santo Padre expresó su gratitud y la de la Iglesia por el trabajo que realizan junto a los detenidos. Una tarea, evidenció el Pontífice, "que necesita fuerza interior, perseverancia y consciencia de la específica misión a la que están llamados".



"La cárcel es lugar de pena en el doble sentido de castigo y de sufrimiento, y tiene mucha necesidad de atención y de humanidad", afirmó Francisco, y se refirió a la "difícil tarea" conjunta que tienen que desarrollar la Policía Penitenciaria, capellanes, educadores y voluntarios: curar las heridas de quienes por los errores cometidos se encuentran privados de su libertad personal. Y es esta "buena colaboración" entre los "diversos servicios de la cárcel" la que desarrolla una "acción de gran apoyo para la reeducación de los detenidos", detalló el Santo Padre.

Reconociendo el duro trabajo que realiza el personal penitenciario, y figuras profesionales que "necesitan equilibrio personal y válidas motivaciones constantemente renovadas", el Papa reconoció la complejidad de la tarea que realizan: de hecho, les dijo, "ustedes están llamados no sólo a garantizar la custodia, el orden y la seguridad del instituto sino también, muy a menudo, a vendar las heridas de hombres y mujeres que encuentran cotidianamente en sus secciones".

Considerando que "nadie puede condenar al otro por los errores que ha cometido ni mucho menos infligir sufrimientos ofendiendo la dignidad humana", el Papa manifestó la necesidad de que las cárceles "siempre más humanizadas". En ese sentido, expresó: "Es doloroso escuchar, en cambio, que tantas veces son consideradas como lugares de violencia y de ilegalidad, donde arrecian las maldades humanas".

Finalmente, Francisco invitó a no olvidar que muchos detenidos son solos, no tienen familia ni medios para defender sus propios derechos: "Son marginados y abandonados a su destino. Para la sociedad son individuos incómodos, un descarte, un peso". Pero recordó que "la experiencia demuestra que la cárcel, con la ayuda de los agentes penitenciarios, puede transformarse verdaderamente en un lugar de redención, de resurrección y de cambio de vida", que se hace posible a través de "caminos de fe, de trabajo y de formación profesional, pero sobre todo, de cercanía espiritual y de compasión, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, que se inclinó a curar al hermano herido". Una "actitud de cercanía" que encuentra su raíz en el amor de Cristo, concluyó Francisco, y que puede favorecer en los detenidos "la confianza, la conciencia y la certeza de ser amados".

Al despedirse, el Pontífice expresó a los presentes su afecto sincero y su oración para que puedan contribuir con su trabajo a "lograr que la cárcel, lugar de pena y sufrimiento, sea también laboratorio de humanidad y esperanza".+