Viernes 8 de noviembre de 2024

Mons. Fassi: 'La Palabra de Dios es un lugar donde todos podemos encontrarnos'

  • 12 de febrero, 2024
  • Santos Lugares (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Martín presidió las fiestas patronales en el santuario Nuestra Señora de Lourdes de Santos Lugares, donde hizo un llamado a la unidad social y a la escucha de la Palabra.
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Como cada año, el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en la diócesis de San Martín, celebró el 11 de febrero sus fiestas patronales. Esta vez, lo hizo con una misa presidida por el obispo local, monseñor Martín Fassi.

“La Palabra de Dios hoy es tan adecuada para nuestros tiempos”, comenzó expresando en su homilía el prelado, porque, explicó, “quiere ser como una inyección fuerte de esperanza: nos habla de un Dios que consuela a su pueblo, que nos invita a la alegría, que dice ‘Yo vengo a hacer nuevas todas las cosas’”.

El obispo de San Martín señaló que “venimos al santuario porque queremos sentir y experimentar esa alegría y esa esperanza. La necesitamos. El pueblo sabe que en este lugar encuentra la razón de la esperanza y de la alegría”.

“Qué difícil es hablar de la alegría hoy, sin parecer que faltamos el respeto al dolor y el sufrimiento de muchos”, consideró. “La alegría del evangelio es distinta a la nuestra, que suele ser el fruto de nuestros propios logros. La alegría que viene del Cielo, que viene de Dios es una alegría que nos supera, que nos sorprende, es mucho más de lo que nos podríamos imaginar”, diferenció.

Por eso, expuso que “venimos aquí porque no queremos perder la capacidad de dejarnos sorprender por la intervención de Dios en nuestra historia y en nuestro presente”.

A su vez, sostuvo que “todo santuario termina siendo una especie de caja de resonancia social, una caja de resonancia del corazón del pueblo”. “No digo que sea el único lugar, por supuesto, para conocer la realidad 'prosiguió, pero aquí la podemos experimentar desde otro lado, con la convicción de que hay una intervención que va más allá de nosotros, y donde todos, aunque seamos diferentes, de veredas distintas, nos podemos encontrar”.

Reflexionando sobre el pasaje evangélico de las bodas de Caná, monseñor Fassi destacó que “la Biblia se vale de la experiencia que provoca participar en una fiesta de bodas para representarnos los tiempos mesiánicos, es decir, los tiempos de plenitud, de vida abundante”.

Haciendo un paralelismo entre el texto evangélico y la realidad actual, indicó que “el vino simboliza la alegría de la salvación”, y así como “el relato nos dice que, durante la fiesta, el vino se acaba”, también “nos quedamos sin esperanza, sin soluciones, sin alimentos, nos llenamos de preocupaciones”.

Al preguntarse “¿Qué hacemos ahora que se acabó el vino? ¿qué hacemos cuando las cosas no alcanzan para que la vida siga adelante?”, respondió que “María nos refiere a la Palabra de Jesús: ‘Hagan todo lo que Él les diga’”.

Siguiendo con el relato evangélico, señaló que “este signo de Jesús es clave para comprender la transformación que Él realiza en nuestras vidas y en nuestra historia”. Una transformación que comienza por escuchar su Palabra y creer en ella: “La Palabra de Dios es un lugar donde todos podemos encontrarnos porque nos trasciende a todos, pero nos incluye a todos”.

“Nos hace falta escuchar su Voz, porque ella nos lleva a entender el fondo de todos nuestros problemas y encontrarnos con la solución”, exhortó y detalló que “allí se terminan los interminables debates en los que nos enredamos a veces y nos desencontramos muchas veces, para que sean transformados en palabras de dialogo y encuentro, donde podamos reconocernos los unos en los otros”.

“En su Palabra -prosiguió- encontramos la orientación que necesitamos para darnos cuenta cuánto tenemos en común. La Palabra nos lleva a tomar conciencia de nuestra corresponsabilidad social y comunitaria, nos indica el tiempo y el modo preciso, pero requiere de nuestra mejor buena voluntad”.

Para monseñor Fassi “no importa el modelo que propongamos, o que impongamos. Ninguno funciona sin una ética solidaria que lo sustente”. Sobre este punto, explicó que “la actitud básica para que la fiesta no se acabe es la colaboración del hombre con Dios y de los hombres entre sí”.

María mueve a Jesús a la compasión”, señaló el prelado e indicó que “la Madre representa a la Iglesia, conformada por todos nosotros, llamados a activar una mirada de cuidado, una mirada compasiva”.

En ese sentido, explicó que “la compasión no tiene nada que ver con la lástima, que da de lo que sobra, pero no compromete en el tiempo, no crea vínculo, es selectiva. La compasión es muy diferente, es la que mueve las entrañas y la inteligencia con la convicción de que ese que sufre podría ser yo”.

El obispo concluyó con la invitación a ser “una Iglesia compasiva, una diócesis compasiva, una Patria compasiva”.+