Jueves 3 de octubre de 2024

Mons. García Cuerva: 'Para ser testigos del Resucitado hay que conocer a Jesús'

  • 15 de abril, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
El arzobispo de Buenos Aires presidió la misa del tercer domingo de Pascua y animó a "que la resurrección vaya entrando en nuestra vida y vaya cambiando nuestro corazón y nuestra mente".
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El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió el 14 de abril la misa del tercer domingo de Pascua en la catedral metropolitana, donde animó a los presentes a ser testigos del resucitado.

En su homilía, se refirió al encuentro de Jesús resucitado con los discípulos, y destacó dos particularidades: “Por un lado, parecería que los discípulos están en silencio y no hablan. Por otro lado, el Evangelio se ocupa de describir con detalle sus sentimientos, como si la resurrección necesitara de silencio y necesitara que le pongamos nombre a los sentimientos que vamos teniendo”.

“Podríamos decir que hay una revolución en el corazón de los discípulos”, señaló al respecto, e invitó a hacer silencio durante el tiempo pascual, para “que podamos sorprendernos por la resurrección de Jesús y, por sobre todas las cosas, que le podamos poner nombre a los sentimientos que tenemos, para que la resurrección vaya entrando en nuestra vida y vaya cambiando nuestro corazón y nuestra mente”.

En segundo lugar, llamó a no hacer del Señor un fantasma, “cuando lo alejamos de la realidad concreta, cuando lo ideologizamos y entonces Jesús pasa a ser una ideología partidaria”.

“Jesús pasa a ser un fantasma cuando no le ponemos rostro concreto, el rostro de nuestros hermanos. Jesús pasa a ser un fantasma cuando no escuchamos su clamor en los que más sufren, porque la pregunta hoy de Jesús es también la pregunta de tantos hermanos en la vida cotidiana”, consideró.

A continuación, el arzobispo porteño se refirió a “tantos hermanos que son el rostro de Jesús sufriente en la vida cotidiana. Hermanos hambrientos de pan, de paz, de trabajo, tantos hermanos hambrientos de cariño, de ternura, de amistad, en una sociedad a veces donde estamos todos muy juntos y comunicados, pero al mismo tiempo estamos terriblemente solos”.

“Creo que el hambre de fraternidad, el hambre de cercanía, el hambre de que alguien me escuche, es un hambre lacerante en nuestra sociedad, súper comunicada, pero donde muchas veces nos sentimos más solos que nunca”, señaló al respecto.

Por eso, indicó que “el mejor antídoto para no ver a Jesús como si fuese un fantasma o si fuese un espíritu que anda desencarnado por ahí”, es “estar cerca de las llagas del Señor, tocando la miseria humana, tocando la carne sufriente de los demás”.

“Nosotros tenemos que ser testigos del Resucitado”, exhortó, pero advirtió que, para ser testigos del Resucitado, “hay que conocer a Jesús, hay que tener experiencia de Él en la propia vida, porque no se es más testigo de Jesús resucitado porque lo cito mucho, sino porque con mi vida lo hago real, con mi vida lo hago concreto, con mis gestos lo hago patente en la realidad cotidiana”.

En ese sentido, animó a pedirle al Señor una nueva mirada, para poder descubrirlo presente en la realidad cotidiana.

“Los discípulos hoy hacen silencio, se dejan sorprender por el Resucitado, tienen una revolución de sentimientos adentro. No terminan de comprender, pero lo que les queda claro es que Jesús no es un fantasma, que Jesús tiene carne y hueso, que Jesús está vivo y que, si queremos ser testigos de Él, tenemos que vivir como resucitados, tocando las llagas de los que sufren”, concluyó.+