Lunes 14 de octubre de 2024

Mons. Ojea: 'La alegría del corazón se dilata cuando ofrecemos ayuda'

  • 9 de septiembre, 2024
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de S. Isidro invitó a pedirle al Señor que "nos conceda liberarnos de toda sordomudez de alma y de espíritu", y animó a ponerse al servicio de aquellos que "están más solos y lo necesitan".
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El obispo de San Isidro presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, reflexiona sobre el pasaje evangélico que trata de la sanación que le hace Jesús a un sordomudo, al que el prelado describe como "una persona que está totalmente aislada de su posibilidad de comunicación con los demás" y que se halla, por tanto, en estado de "profunda soledad".

"Dice el Evangelio que el Señor lo lleva aparte, como si quisiera tener un espacio de intimidad con esta persona, a solas. Compromete entonces su cuerpo en el milagro de un modo extraordinario: pone sus manos en las orejas, como indicando que se acerca a su sordera, a su imposibilidad de recibir los mensajes de otro. Además, con su saliva le moja la lengua; este también es un signo de intimidad; para que pueda destrabar su interior y poder comunicarse con plenitud", describió. 

"Después, mirando al cielo invoca, suplicando al Espíritu Santo: 'Ábrete', y entonces el sordomudo queda comunicado y liberado de esta atadura, de sus obstáculos para la comunicación'", expresó, completando su descripción de la escena.

El  prelado explicó que "este milagro extraordinario podemos entenderlo para cada uno de nosotros", y planteó: "¿Cuántas veces somos sordomudos de corazón?"

"Somos sordomudos en el espíritu, y no recibimos ni nos comunicamos con aquellos hermanos y hermanas nuestras que están más solos, que están más solas, que están más aislados", sostuvo, y volvió a plantear: "¿Cuántos hermanos nuestros viven en profunda soledad, en profunda incomunicación?"

El obispo sanisidrense consideró que "estamos viviendo este fenómeno de la tristeza, del abandono, del sentirnos fuera, del sentirnos rechazados, sino descartados, como dice el Papa Francisco, en nuestra sociedad".

"Allí es necesario que se destape, que se destrabe nuestro corazón y, para ello, poner el oído y poner la palabra donde realmente se necesita, siendo un verdadero sostén y apoyo para aquellos hermanos más solos", propuso.

Monseñor Ojea animó asimismo, recordando: "Una vez me dijeron: 'Padre, con este compromiso de estar dispuestos, de escuchar a todos y de intentar hablar con todos y de incluir a todos nos llenamos de culpa, porque en el fondo no nos dedicamos a nosotros mismos'". 

"Es la clave de la felicidad, no hay ninguna culpa; hay solamente la alegría del corazón, que se dilata cuando podemos ampliar nuestro mundo, cuando podemos ofrecer nuestra ayuda, nuestro servicio a aquellos que verdaderamente están más solos y lo necesitan. Que el Señor nos conceda liberarnos de toda sordomudez de alma y de espíritu", concluyó.+