Sábado 12 de octubre de 2024

Card. Villalba: Esquiú fue un gran apóstol de la unidad

  • 2 de septiembre, 2021
  • San Miguel de Tucumán (AICA)
El legado papal habló con AICA en vísperas de la beatificación del fraile catamarqueño, destacó la significación de poder tenerlo como intercesor y consideró que es un ejemplo de santidad para imitar.
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El legado papal a la ceremonia de beatificación de Fray Mamerto Esquiú, cardenal Luis Héctor Villalba, definió al fraile catamarqueño como un ejemplo de santidad para imitar, como un gran pastor, un gran misionero, un gran apóstol y un gran patriota que trabajó por la unidad y el bien común del país.

“Es un ejemplo para nosotros. Tenemos que trabajar por la unidad y terminar con la ruptura y con las divisiones y, más allá de lo que uno piense, somos una sola Nación y tenemos que trabajar todos por el bien común”, sostuvo en declaraciones a AICA el arzobispo emérito de Tucumán.

En vísperas de la ceremonia en la explanada del templo de San José de Piedra Blanca, en el departamento catamarqueño de Fray Mamerto Esquiú, el purpurado no oculta su alegría por representar al pontífice y reconoció que ya se está encomendando al futuro beato.

La celebración central está prevista para el próximo sábado 4 de septiembre a las 10 y llevará por lema “Fray Mamerto, pastor y peregrino, testimonio de unidad”. 

-¿Qué significación tiene para la Iglesia en la Argentina, dado que es una de las causas más emblemáticas junto con la del Cura Brochero, ya proclamado santo?
-Tiene una gran significación. Un beato es prácticamente un santo, un hombre ejemplar. Ha sido religioso franciscano, sacerdote, obispo. Trabajó en Catamarca pero también estuvo en otros lugares, en otros países. Dos años obispo de Córdoba… Creo, realmente, que es un ejemplo para imitar. 

Tener un beato es también un llamado a los cristianos a aspirar a la santidad, esa es nuestra vocación más profunda sea cuál sea nuestro estado de vida. A la vez es tener un intercesor para poder pedirle la gracia que necesitamos al Señor.

- En el lema se habla de pastor y peregrino. ¿Cómo conjugan esos dos conceptos en la figura de Esquiú?
-Primero fue un gran pastor, sin duda, como lo subraya el Papa. Un gran misionero, un gran itinerante. En el poco tiempo que estuvo en Córdoba, prácticamente, recorrió la diócesis que abarcaba también La Rioja. Un gran apóstol, un gran misionero, un gran pastor, que es ejemplo para todos.

-¿El testimonio de unidad que también figura en el lema, cómo lo sintetizaría en la labor pastoral del futuro beato?
-Esquiú trabajó mucho por la unidad, era uno de sus temas. Por ejemplo, al clero le pedía trabajar en comunión, en fraternidad, en no trabajar aisladamente sino como una Iglesia que es un cuerpo con el que todos tenemos que colaborar. También trabajó mucho en la unidad en su propia congregación. Él vuelve a Catamarca después de haber estado 16 años ausente -porque había estado en Bolivia, Perú y después fue a Roma- y el general (de los franciscanos) lo envía de regreso para trabajar por la unidad y para rehacer la comunidad de su orden religiosa.

También trabajó por la unidad del país. No se puede negar que Esquiú fue un gran patriota, un hombre que trabajo mucho por el bien del país.

-Se lo conoce por ser el Orador de la Constitución y es recordada su homilía del 9 de Julio de 1853. ¿Qué actualidad tiene hoy para los argentinos?
-Cuando se declara la Constitución había alguna dificultad por aceptarla por parte de los católicos y sin embargo él, con aquel sermón en la catedral de Catamarca, dice: “Señores tenemos que acatar la ley, sin ley no hay país, sin ley no hay comunidad…”

Es un ejemplo para nosotros. Tenemos que trabajar por la unidad y terminar con la ruptura y con las divisiones y, más allá de lo que uno piense, somos una sola Nación y tenemos que trabajar todos por el bien común.

-Personalmente, ¿qué implicancia le da al llamado de Francisco a ser su legado en la ceremonia de beatificación de Esquiú?
-Modestamente, fue una gran alegría. No lo esperaba, fue una sorpresa cuando el Papa me comunica que me nombra para presidir la beatificación. Es una alegría y ya me estoy encomendando al futuro beato.+ (Guillermo Villarreal)