"Los niños mueren de desnutrición", lamentó Anton Asfar, presidente de Cáritas Jerusalén, en medio del polémico reparto de ayuda humanitaria que provocó la muerte de decenas de personas.
Desde el comienzo de la guerra, Cáritas Jerusalén multiplicó su trabajo en Tierra Santa, gracias a sus 150 trabajadores y la ayuda internacional.
La organización caritativa estableció dos centros de salud en Deir Al Balah, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Sanidad gazatí.
Implora a la comunidad internacional que aproveche su influencia para "poner fin rápidamente a la guerra y se esfuerce por encontrar una solución justa para todas las partes implicadas".