Jueves 18 de abril de 2024

Card. Poli: "¿Cómo no vamos a dejarlo todo por el Reino?"

  • 27 de julio, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
El arzobispo de Buenos Aires presidió la misa en la fiesta de Santa Ana y San Joaquín, desde la catedral de Buenos Aires y animó: "El reino es lo más importante, ¿cómo no vamos a dejarlo todo por él?"
Doná a AICA.org

El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, celebró la misa del 17 ° domingo del tiempo durante el año, en la fiesta de Santa Ana y San Joaquín, desde la catedral de Buenos Aires.

Lo acompañaron concelebrando los sacerdotes de la parroquia Santa Ana y San Joaquín de la ciudad de Buenos Aires, y el rector de la catedral metropolitana, presbítero Alejandro Russo.  

Al comenzar su homilía, el prelado mencionó las lecturas bíblicas: “Dios le concede a Salomón lo que él quería, que en vez de pedirle más poder para su Reino, le pide un corazón que escuche. Y Dios le concede mucho más que eso porque solo le pidió un corazón para distinguir el bien y el mal”. 

Seguidamente prosiguió con el Evangelio: “Jesús anuncia el Reino de los Cielos. En su predicación el Reino ocupa el centro, hasta tal punto que nos enseña que, para aquellos que busquen el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por añadidura. Ha decidido el maestro no enseñar un Reino en difícil, sino en sencillas parábolas, recogidas de la cultura pastoril, habladas en su lenguaje a los comerciantes y a aquellos que buscan tesoros”.

El cardenal Poli mencionó que estas palabras del Evangelio son “para los pequeños, no para los sabiondos”, son “para que los que quieran entender, no entiendan, pero los que, conociendo su oficio, al escuchar la palabra de Dios, se sientan incluidos en el Evangelio”, explicó. 

“El Reino de los Cielos es un misterio enorme”, afirmó el arzobispo de Buenos Aires. Sin embargo, “con esta figura les va acercando el misterio de Dios: el Reino futuro que nos tiene preparado”. “Estas dos parábolas tienen algo en común: uno encuentra el tesoro de casualidad, el que busca las perlas lo hace de oficio. Pero los dos tienen la misma exigencia: tienen que venderlo todo por el Reino”. 

En este sentido, mencionó que estas parábolas nos enseñan a  valorar el Reino: “El reino es lo más importante, ¿cómo no vamos a dejarlo todo por él?”, se preguntó. “Nos hablan del desprendimiento, de considerar qué es lo más importante en nuestra vida, de superar la superficialidad, aquello que no necesitamos para seguir caminando y todo esto dejarlo para el Reino”, aseguró. 

Al celebrar la fiesta de los Santos Joaquín y Ana, el cardenal Poli recordó que aunque “no se encuentran en la Biblia, pertenecen a la tradición de la Iglesia. Desde los primeros siglos se sabía que ellos eran los abuelos de Jesús. Justos, esperaban también el Reino de los Cielos, al Mesías, como buenos judíos observantes, entendieron lo que había pasado con María. Ellos son santos y son la nota histórica de la encarnación de Jesús. Le ponen un tono de humanidad: Jesús tenía familia, tenía abuelos. Esta imagen de los abuelos de Jesús es imagen y ejemplo para todos los abuelos. Si imaginamos que la casa de Nazaret, además de María y José, la cercanía de los abuelos también ayudaron a crecer en estatura y en sabiduría al Hijo de Dios”.

Haciendo referencia a las palabras del papa Francisco en una carta a los jóvenes, indicó: “Si los jóvenes y los viejos se abren al Espíritu Santo, ambos producen una combinación maravillosa. Los ancianos sueñan y los jóvenes ven visiones. Los ancianos tienen sueños construidos con recuerdos, con la marca de la experiencia de los años. Si los jóvenes se arraigan en esos sueños, logran ver el futuro”.

Finalmente, rogó: “Que el Señor nos conceda en este día el mismo corazón de Jesús, que aprendió la tradición de sus padres también a través de sus abuelos, Joaquín y Ana, pidamos a los santos protectores, que protejan a todos nuestros abuelos en este tiempo”. Asimismo, pidió a la Santísima Virgen “que ponga su manto y su mirada de ternura sobre todos los ancianos que saben guardar el asilamiento con paciencia. Que el buen Dios los proteja”.+