Jueves 28 de marzo de 2024

Card. Poli en San Ramón: "Imitar la virtud que nos anima a salir adelante"

  • 1 de septiembre, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
"¿Qué es la esperanza?", se preguntó el cardenal Mario Poli al presidir las fiestas patronales en el santuario de San Ramón Nonato: "Es la virtud que nos da Dios junto con la fe y la caridad", afirmó.
Doná a AICA.org

Con el lema “Junto a San Ramón, abracemos la esperanza”, la comunidad de San Ramón Nonato de la arquidiócesis de Buenos Aires, celebró a su santo patrono en la tarde del lunes 31 de agosto. 

La misa central fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, acompañado por los sacerdotes del santuario. La comunidad pudo presenciar la fiesta  a través de las redes sociales.

Al comenzar su homilía, el cardenal se dirigió a los miles de fieles que cada año se acercan a recibir la bendición de San Ramón y les dijo: “Seguramente el año próximo nos podremos encontrar cara a cara, pero sepan que los sacerdotes y yo vamos a poner entre el pan y el vino, las intenciones de todos ustedes. Especialmente de las que están embarazadas, buscan un hijo o están en trámite de adopción. Vamos a poner la vida aquí, entre el pan y el vino”.

Enseguida se refirió a las lecturas y comenzó por el profeta Isaías: “Dios le encarga a Isaías mantener viva la esperanza de volver a la tierra prometida. Estas palabras que escuchamos del profeta, hablan del lenguaje que levanta el ánimo del pueblo, ante la opresión, la angustia, el sometimiento, ‘todo se convertirá en alegría’, dice el profeta”. De este modo, el cardenal Poli comenzó a colocar a la esperanza en el centro de su prédica.

Continuando con el Evangelio de San Marcos, dijo que “se nos presenta a Jesús a través del Padre Dios: ‘Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección’. Esta es la revelación del Padre. Este texto nos recuerda que Jesús se hace bautizar; pero en realidad instituye el bautismo cristiano en las aguas del Jordán. Allí purifica todas las aguas del mundo para que aquel que se sumerja, quede protegido por Dios”, recordó. 

Las palabras del Padre en este Evangelio, “las podemos decir de todos los bautizados”, afirmó el arzobispo, porque “nos hablan de la confianza que tenemos que poner en Dios. Él nos ha dado a su hijo como objeto de nuestra esperanza”.

Al mencionar el lema de la fiesta, propuesto por los peregrinos, el cardenal habló de la vida de San Ramón “un motivo de esperanza”. Pero se preguntó: “¿Qué es la esperanza? Los cristianos recibimos un regalo en el bautismo, allí se produce un milagro. El Espíritu Santo desciende sobre nosotros y dura la vida entera. Con Él vienen muchos regalos. La esperanza es la virtud que nos da Dios junto con la fe y la caridad”, describió. 

“Esta virtud es en anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de todo hombre. Asume las esperanzas de las actividades de los hombres. Dios nos ha puesto la ‘Esperanza’ con mayúscula para esperar la Vida Eterna. Pero esta virtud también arrastra las pequeñas esperanzas de la vida”, advirtió el arzobispo, y mencionó algunos ejemplos como, “que el hijo que llevas en las entrañas llegue a buen fin; que mi hijo se sane, que se sanen los abuelos, que consiga trabajo mi esposa”.

“Estas pequeñas esperanzas son promovidas por la virtud que nos ha dado Dios. Si flaquea la esperanza, vienen en nuestra ayuda las dos amigas, regalos que nos ha hecho Dios: la fe y la caridad, que siempre vienen juntas, para purificar a la esperanza y ordenarla hasta el Reino de los Cielos”, sostuvo.

Refiriéndose al tiempo presente, el purpurado afirmó que “la esperanza nos protege del desaliento y la angustia. Los cristianos tenemos esta virtud que nos anima a salir adelante y esperar tiempos mejores. El impulso de la esperanza preserva el egoísmo, nos saca del individualismo. Cuando hablamos de esperanza, hablamos de la esperanza de un pueblo, de volver al anhelo de felicidad”, afirmó, y añadió luego: “De esta pandemia tenemos que salir mejores, más hermanos, más fraternos. Esa es la esperanza que vive en nuestro corazón”. 

Antes de concluir, se dirigió a los devotos y habló de San Ramón: “Él tiene una vida hermosa, entregada a los demás, y tuvo una vocación muy especial. Entro a una orden que estaba dedicada a la redención de los cautivos, la Orden de los Mercedarios. En plena juventud, ofreció su vida, quedándose en lugar de un cautivo”, recordó.

Además, él es “nonato”, “alguien lo extrajo del seno materno, de su mamá sin vida. Ese es un signo; ‘La vida primero’. San Ramón nos dice que Dios nos ha dado la vida para vivir. Se produce el milagro en su propia vida, pero no la quiso para sí, la ofreció para los demás, imitando a Jesús, y así muere mártir. Fue testigo de Jesús, escuchó y puso en práctica lo que Dios Padre dijo. San Ramón creyó y esperó en la Vida Eterna”.

Finalmente, el cardenal Poli pidió al Señor, “les conceda mucha fortaleza, pero especialmente que abracen la esperanza, con ella viene la paz, la compresión, la tolerancia y todo lo que necesitamos para seguir adelante”.+