Miércoles 4 de diciembre de 2024

'Los trabajadores no son piezas de repuesto', advirtió el Papa

  • 11 de septiembre, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"Los lugares de trabajo deben ser seguros", pidió el Papa, al recibir a los miembros de la Asociación Nacional Italiana para los Accidentados o Discapacitados en el Trabajo (ANMIL).
Doná a AICA.org

Los lugares de trabajo deben ser seguros para los trabajadores, y esos trabajadores deben ser cuidados y protegidos, subrayó el Papa Francisco el lunes 11 de septiembre, al recibir a miembros de la Asociación Italiana para Trabajadores Accidentados (ANMIL).

Al tiempo que aplaudió a la Asociación por sus esfuerzos para promover la seguridad en el lugar de trabajo y apoyar a las víctimas de accidentes laborales y a sus familias, el Santo Padre destacó la gran responsabilidad de los empresarios, al tiempo que denunció cuando se toman atajos para obtener ganancias, o cuando se intenta limpiar la conciencia o imagen con obras de caridad.

Al dar la bienvenida a los miembros de ANMIL en el 80° aniversario de su asociación, el Papa recordó que 1943 fue un "año decisivo" para Italia en la Segunda Guerra Mundial.

"Ustedes dieron sus primeros pasos en ese contexto, que nos recuerda que cada conflicto armado trae consigo legiones de amputados", dijo el Papa, lamentando que, "incluso hoy" esto sucede, ya que la "locura de la guerra" hace que la población civil sufra consecuencias dramáticas.

"Incluso una vez terminado el conflicto", afirmó el Papa, "los escombros permanecen", incluso "en los cuerpos y en los corazones", y señaló que "la paz debe reconstruirse día a día, año tras año, mediante la protección y la promoción de la vida y su dignidad, empezando por los más débiles y empezando por los más desfavorecidos." 

Parecen un boletín de guerra
El Santo Padre agradeció a la asociación de trabajadores que haya llamado la atención sobre la cuestión de la seguridad en el lugar de trabajo, "donde todavía ocurren demasiadas muertes y desgracias".

En particular, elogió sus iniciativas encaminadas a mejorar la legislación civil sobre accidentes de trabajo y la rehabilitación de personas con discapacidad. "En efecto, no se trata sólo de garantizar un bienestar y una asistencia social adecuados a quienes sufren formas de discapacidad", afirmó, "sino también de dar nuevas oportunidades a las personas, para que pueden reintegrarse y cuya dignidad exige ser plenamente reconocida". 

También los animó a seguir concientizando a la opinión pública sobre la prevención de accidentes y las políticas de seguridad, especialmente a favor de las mujeres y los jóvenes, mientras lamentaba las tragedias ocurridas en los lugares de trabajo, a pesar de la tecnología disponible para promover la seguridad. "A veces suena como un boletín de guerra", dijo al respecto.

Las tragedias, observó, "comienzan cuando el objetivo ya no es el hombre, sino la productividad, y el hombre se convierte en una máquina de producción". En este sentido, calificó de "crucial" el compromiso de la Asociación con la educación y la formación de los trabajadores, los empleadores y la sociedad.

"La seguridad en el trabajo", señaló, "es como el aire que respiramos: sólo nos damos cuenta de su importancia cuando falta trágicamente, ¡y siempre es demasiado tarde!".

No podemos acostumbrarnos a los accidentes laborales
El Papa dijo: "No podemos acostumbrarnos a los accidentes de trabajo ni resignarnos a la indiferencia hacia ellos". "No podemos aceptar el desperdicio de vidas humanas", indicó, señalando que "las muertes y las lesiones son un trágico empobrecimiento social que afecta a todos, no sólo a las empresas o familias involucradas".

Francisco reiteró la importancia de una legislación buena y aplicada, pero también la necesidad de convivir adecuadamente, como hermanos y hermanas, en el lugar de trabajo.

"No se puede, en nombre de mayores ganancias", exhortó el Papa, "exigir demasiadas horas de trabajo, disminuir la concentración, o pensar en contar los seguros o las exigencias de seguridad como gastos innecesarios y una pérdida de ingresos".

Garantizar la seguridad en el trabajo, afirmó el Papa, es el "primer deber" de un empresario, y expresó su disgusto "cuando los empresarios o los legisladores, en lugar de invertir en seguridad, prefieren lavar sus conciencias con alguna obra de caridad".

La primera tarea de los empleadores, insistió, "debe ser cuidar de sus hermanos y hermanas", y subrayó: "Somos seres humanos y no máquinas, personas únicas y no repuestos", subrayó el Papa, afirmando que de todos modos, "muchas veces algunos trabajadores son tratados como repuestos".

El ser humano, subrayó, está "antes que el interés económico", subrayando que cada persona es un regalo para la comunidad y, cuando alguien queda impedido o discapacitado, "se hiere todo el tejido social".

El Papa concluyó encomendando a los presentes a la protección de San José, patrono de todos los trabajadores, y de la Santísima Virgen, y pidió oraciones para él mismo.+