Miércoles 24 de abril de 2024

En la Misa Crismal, Mons. Ñáñez pidió fortaleza para afrontar los nuevos desafíos

  • 17 de agosto, 2020
  • Córdoba (AICA)
El 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió la Misa Crismal.
Doná a AICA.org

En el marco de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió el 15 de agosto en el Seminario Mayor de la arquidiócesis, la Misa Crismal que había sido postergada por causa de la pandemia .

Participaron de la celebración los obispos auxiliares, monseñor Pedro Javier Torres, y monseñor Ricardo Orlando Seirutti; vicarios episcopales, decanos de la ciudad y del interior, el delegado de la Junta Arquidiocesana de Religiosos en el Consejo Presbiteral, los formadores del seminario y los seminaristas. Los decanos fueron los encargados de llevar a las comunidades parroquiales los óleos para el servicio de este año. Los fieles participaron desde sus hogares, a través de las redes sociales.

En su homilía, el prelado destacó la importancia de la Misa Crismal para la arquidiócesis y especialmente para la vida del presbiterio. “Es la ocasión propicia para dar gracias al Señor por el don del sacerdocio; para encontrarnos con los hermanos sacerdotes en torno al altar ofreciendo la Eucaristía; y para animarnos mutuamente en nuestro empeño pastoral en el servicio al pueblo santo de Dios”, afirmó.

“Este año la celebración tiene varios matices particulares. Ante todo, el lugar y la fecha en la que la concretamos: la capilla del Seminario Mayor, observando la distancia social, y en la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen. En razón del aislamiento social preventivo como consecuencia de la pandemia del coronavirus, no pudimos realizarla el pasado Jueves Santo”, dijo.

En ese marco, invitó a “fijar nuestra mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe, para darle gracias por el don del sacerdocio que sin mérito de nuestra parte nos ha concedido; para alabar su bondad y misericordia; para presentar nuestra súplica humilde por nuestras intenciones y las del pueblo confiado a nuestro cuidado”.

"Este don precioso lo hemos recibido, precisamente, también para intervenir en favor de los hombres en todo lo que se refiere a Dios", agregó.

“Elegidos para servir a los hermanos debemos hacerlo con generosidad, con alegría, con paciencia”, animó, “sin ningún tipo de brusquedad ni torpeza y sin dar lugar a ninguna expresión de clericalismo”. Al contrario, consideró: “El ícono de Jesús lavando los pies a sus discípulos, durante la última cena, debe estar siempre ante los ojos de nuestros corazones y animando nuestro servicio”.

“Los santos óleos que en instantes vamos a bendecir y luego llevar a cabo a nuestras comunidades son instrumentos de ese servicio que debemos brindar con cariño y con alegría. Al renovar las promesas de nuestro sacerdocio debemos hacerlo con sinceridad, sin retaceos, volviendo a ofrecer al Señor y a nuestros hermanos un corazón indiviso, un corazón que se dispone siempre a amar con transparencia, integridad y calidez”, sostuvo.

Refiriéndose al tiempo desafiante de la pospandemia, el prelado presentó una nueva carta pastoral titulada “Estamos ante el comprometedor horizonte de la pastoral ordinaria”. “Este hecho coincide con la publicación de la reciente instrucción de la Congregación del Clero: 'La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia' y la declaración de la Academia de la Vida: 'Humana communitas en la era de la pandemia '. Ambas publicaciones nos sugieren pautas a tener en cuenta para el tiempo que sigue al aislamiento social, provocado por la pandemia”, dijo.

“A la luz de todas estas propuestas, se trata de imaginar algo nuevo. No simplemente un desplazamiento de fechas, es decir, que lo que pensábamos hacer en el transcurso de este año, lo haremos un poco más adelante”, advirtió monseñor Ñáñez. “La situación que vendrá, ya no será la misma de antes; nos demandará un esfuerzo nuevo. Deberemos, por tanto y ante todo, renovar nuestra confianza en la Divina Providencia, poner por obra una profunda compasión, acostumbrarnos a vivir con más austeridad, con una mayor solidaridad y por qué no con renovado entusiasmo pastoral”.

“Las necesidades de muchos hermanos, que ya se han manifestado y se manifestarán más agudamente, nos invitan y nos invitarán a ser verdaderamente compasivos, a ponernos en el lugar del que sufre, a socorrerlo según nuestras posibilidades, a ser buenos samaritanos, a cultivar mucho más una auténtica solidaridad”, aseguró, al tiempo que destacó la creatividad de los sacerdotes, que con ayuda de los laicos “han desplegado y siguen desplegando para establecer y mantener contacto con los miembros de sus comunidades, brindándoles el servicio de las celebraciones eucarísticas , momentos de adoración eucarística, de oración litúrgica y de reflexión, así como también información de interés pastoral y espiritual ”.

“El Santo Padre señala que la virtualidad no reemplaza la presencialidad, pero lo caminado en ese ámbito nos ha demostrado que se trata de una realidad complementaria. Se puede incorporar para llegar con mensajes evangelizadores que alcanzan a más necesitados a los que, por diversos motivos no se llega, pero a los que el Señor de ninguna manera descuida”, afirmó.

Finalmente, invitó a los presentes a pedir “que como presbiterio y como comunidad arquidiocesana, tengamos la lucidez y la fortaleza que provienen del Espíritu Santo para estar a la altura de los desafíos del momento actual”.

“Fortaleza para no ceder a particularismos ni mezquindades, para asumir compromisos entre todos. De la pandemia no se sale solos sino juntos, nos dice con insistencia el papa Francisco”.

“Fortaleza para no ceder a nostalgias, para no quedarnos en el 'siempre se hizo así' que paraliza y anquilosa; fortaleza en definitiva para animarnos a caminar decididamente hacia algo nuevo, que tendremos que buscar, identificar y realizar entre todos, con paciencia incansable, con serena firmeza y con constancia inquebrantable ”, concluyó, e invocando a la Virgen, pidió que interceda“ por todas nuestras necesidades; por el fin de la pandemia que nos aflige; y que nos alcance también el saber caminar 'hacia adelante', hacia algo nuevo, hacia lo que el Señor nos está invitando ”.

»Texto completo de la homilía