Francisco: "Jesús no es un espíritu, sino una Persona viva"
- 18 de abril, 2021
- Ciudad del Vaticano (AICA)
"Mirar, tocar y comer, tres acciones que pueden dar la alegría de un verdadero encuentro con Jesús vivo", aseguró al rezar el Regina Coeli desde la ventana del Palacio Apostólico.
El papa Francisco aseguró que “Jesús no es un ‘espíritu’, sino una persona viva” al rezar hoy el Regina Coeli desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro. "Echo de menos la plaza. Me siento contento de verlos", expresó.
“Ser cristianos no es ante todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con Él, con el Señor Resucitado: lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de Él y, transformados por su amor, miramos, tocamos y nutrimos a los demás como hermanos y hermanas”, subrayó.
El pontífice fundamentó esta enseñanza con el episodio evangélico de la irrupción del Resucitado en el Cenáculo, donde estaban reunidos los discípulos.
“Cristo resucitado se presenta en medio del grupo de discípulos y los saluda diciendo: ‘¡La paz con ustedes!’. Pero estaban asustados y creían ‘ver un espíritu’. Entonces Jesús les muestra las llagas de su cuerpo y dice: ‘Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Pálpenme’. Y para convencerlos, les pide comida y la come ante sus miradas atónitas”.
“Dice el Evangelio que los apóstoles, por su gran alegría, todavía no creían. Era tal la alegría que tenían que no podían creer que aquello fuera verdad”.
Francisco prosiguió: “Estaban estupefactos porque el encuentro con Dios siempre te lleva al estupor. Va más allá del entusiasmo, más allá de la alegría. Es otra experiencia. Y los apóstoles estaban alegres, pero una alegría que les hacía pensar, ‘no, esto no puede ser verdadero, no puede ser así’. Y el estupor de la presencia de Dios. No olvidemos este estado de ánimo que es tan bello”.
Asimismo, explicó que “este pasaje evangélico se caracteriza por tres verbos muy concretos, que en cierto sentido reflejan nuestra vida personal y comunitaria: mirar, tocar y comer. Tres acciones que pueden dar la alegría de un verdadero encuentro con Jesús vivo”.
En este sentido, el Papa detalló: en primer lugar, “mirar”, que “no es solo ver, es más, también implica intención, voluntad. Por eso es uno de los verbos del amor. La madre y el padre miran a su hijo, los enamorados se miran recíprocamente; el buen médico mira atentamente al paciente... Mirar es un primer paso contra la indiferencia, contra la tentación de volver la cara ante las dificultades y sufrimientos ajenos”.
En relación con el segundo verbo, “tocar”, expresó: “Al invitar a los discípulos a palparlo, para que constaten que no es un espíritu, Jesús les indica a ellos y a nosotros que la relación con él y con nuestros hermanos no puede ser ‘a distancia’, a nivel de la mirada”.
“No existe un cristianismo a distancia. No existe un cristianismo en el plano único de la mirada. No. El amor pide cercanía, contacto, compartir la vida. El buen samaritano no solo miró al hombre que encontró medio muerto en el camino: se inclinó, curó sus heridas, lo subió a su montura y lo llevó a la posada. Y lo mismo ocurre con Jesús: amarlo significa entrar en una comunión vital y concreta con él”, profundizó.
Al referirse al verbo “comer”, Francisco puntualizó que “expresa bien nuestra humanidad en su indigencia más natural, es decir, nuestra necesidad de nutrirnos para vivir”.
“Pero comer, cuando lo hacemos juntos, en familia o con amigos, también se convierte en expresión de amor, de comunión, de fiesta”, recordó.
“¡Cuántas veces los Evangelios nos muestran a Jesús que vive esta dimensión convival! Incluso como Resucitado, con sus discípulos. Hasta el punto de que el banquete eucarístico se ha convertido en el signo emblemático de la comunidad cristiana. Comer juntos el cuerpo de Cristo. Este es el centro de la vida cristiana”, concluyó.+