Domingo 15 de junio de 2025

Léon XIV: El deporte, 'un medio valioso para la formación humana y cristiana'

  • 15 de junio, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El pontífice presidió este domingo 15 de junio, Solemnidad de la Santísima Trinidad, el Jubileo de los Deportistas ante miles de fieles de diversas nacionalidades reunidos en la basílica de San Pedro.
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En la solemnidad de la Santísima Trinidad, el papa León XIV presidió este domingo 15 de junio en la basílica de San Pedro la misa por el Jubileo del Deporte. El pontífice recordó "la vida sencilla y luminosa" de Pier Giorgio Frassati, patrono de los deportistas, que será santo el 7 de septiembre, y las palabras de Pablo VI sobre la contribución del deporte a la restauración de la paz.

Durante la celebración, en la que participaron miles de deportistas de diversas disciplinas y nacionalidades, el obispo de Roma resaltó en su homilía "el valor de la colaboración, la concreción de estar juntos y la experiencia de la derrota que nos recuerda nuestra fragilidad y nos abre a la esperanza, lo que del deporte un medio valioso para la formación humana y cristiana". 

León XIV reflexionó sobre el binomio Trinidad-deporte, una combinación "poco habitual pero no absurda", porque, de hecho -dijo- "toda buena actividad humana lleva consigo un reflejo de la belleza de Dios, y sin duda el deporte es una de ellas".

La Trinidad, una danza de amor recíproco
El Papa recordó a San Agustín y subrayó cómo para el teólogo Trinidad y sabiduría "están íntimamente ligadas". "La sabiduría divina se revela en la Santísima Trinidad, y la sabiduría nos conduce siempre a la verdad", manifestó.

El papa aseguró que "Dios no es estático, no está cerrado en sí mismo. Es comunión, relación viva entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que se abre a la humanidad y al mundo. Es una danza de amor recíproco"; y citó a dos padres de la Iglesia, Salonio de Ginebra y san Gregorio Nacianceno que hablan de un "Deus ludens, de un Dios que se divierte". "Es de este dinamismo divino que brota la vida", agregó.

"Es por eso -dijo- que el deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios Trinidad: porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente exterior, pero también y sobre todo interior. Sin esto, se reduce a una estéril competencia de egoísmos".

En el deporte, darse por los demás
León XIV se refirió a un proverbial deportista, San Juan Pablo II, quien del deporte decía que era 'alegría de vivir, juego, fiesta, y como tal debe valorarse mediante la recuperación de su gratuidad, de su capacidad para estrechar lazos de amistad, para favorecer el diálogo y la apertura de unos hacia otros, por encima de las duras leyes de la producción y el consumo'.

"No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de 'jugársela'. Se trata de entregarse por los demás -por el propio crecimiento, por los aficionados, por los seres queridos, por los entrenadores, por los colaboradores, por el público, incluso por los adversarios - y, si se es verdaderamente deportista, esto vale independientemente del resultado".


El deporte, instrumento de encuentro
El obispo de Roma mencionó a continuación tres aspectos que hacen del deporte, hoy en día, "un medio valioso para la formación humana y cristiana".

"En primer lugar -aseguró- en una sociedad marcada por la soledad, en la que el individualismo exagerado ha desplazado el centro de gravedad del 'nosotros' al 'yo', terminando por ignorar al otro, el deporte - especialmente cuando se practica en equipo - enseña el valor de la colaboración, de caminar juntos, de ese compartir que, como hemos dicho, está en el corazón mismo de la vida de Dios".

Y destacó: De este modo, puede convertirse en un importante instrumento de recomposición y encuentro, entre los pueblos, en las comunidades, en los entornos escolares y laborales, en las familias".

El deporte y el valor de estar juntos
Para el obispo de Roma, el deporte puede servir también como antídoto "frente a la tentación de huir a mundos virtuales, ayuda a mantener un contacto saludable con la naturaleza y con la vida concreta, único lugar en el que se ejerce el amor".

"En una sociedad cada vez más digital, en la que las tecnologías, aunque acercan a personas lejanas, a menudo alejan a quienes están cerca, el deporte valora la concreción de estar juntos, el sentido del cuerpo, del espacio, del esfuerzo, del tiempo real", enfatizó.

Perder y levantarse
El pontífice observó además que en una sociedad competitiva, donde parece que sólo los fuertes y los ganadores merecen vivir, el deporte también enseña a perder y señaló que en el "arte de la derrota" el hombre se encuentra con una de las verdades más profundas de su condición: la fragilidad, el límite, la imperfección. "Es a partir de la experiencia de esta fragilidad que nos abrimos a la esperanza", aseguró.

"El atleta que nunca se equivoca -subrayó- que no pierde jamás, no existe. Los campeones no son máquinas infalibles, sino hombres y mujeres que, incluso cuando caen, encuentran el valor para levantarse".

El papa León también dijo que "no es casualidad que, en la vida de muchos santos de nuestro tiempo, el deporte haya tenido un papel significativo, tanto como práctica personal que como vía de evangelización".

"Pensemos en el beato Pier Giorgio Frassati, patrono de los deportistas, que será proclamado santo el próximo 7 de septiembre. Su vida, sencilla y luminosa, nos recuerda que, así como nadie nace campeón, tampoco nadie nace santo. Es el entrenamiento diario del amor lo que nos acerca a la victoria definitiva y nos hace capaces de trabajar en la construcción de un mundo nuevo", subrayó.


La misión de ser reflejo de Dios Trinidad
A los "queridos deportistas", el Santo Padre recordó que la Iglesia les confía "una misión maravillosa: ser, en las actividades que realizan, reflejo del amor de Dios Trinidad para bien de ustedes y sus hermanos", y los exhortó a comprometerse con entusiasmo en esta misión: "como atletas, como formadores, como sociedad, como grupos, como familias".

Recordando palabras del papa Francisco que solía subrayar que María, en el Evangelio, se muestra en movimiento, "corriendo", dispuesta, ante la señal de Dios, para socorrer a sus hijos, León XIV concluyó con una oración:

"Le pedimos que acompañe nuestros esfuerzos y nuestros impulsos, y que los oriente siempre hacia lo mejor, hasta la victoria más grande: la de la eternidad, el 'campo infinito' donde el juego no tendrá fin y la alegría será plena", subrayó.+