Domingo 28 de abril de 2024

Los obispos colombianos no se resignan a la violencia

  • 11 de julio, 2023
  • Bogotá (Colombia) (AICA)
Mons. Ómar Alberto Sánchez Cubillos, vicepresidente del episcopado colombiano, solicitó a las estructuras guerrilleras no atacar a la ciudadanía.
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“Hemos reafirmado nuestro compromiso de ser, en Colombia,una Iglesia misericordiosa que se conmueve, se detiene y ayuda a otros, cuantas veces sea necesario”, comentó el obispo Ómar Alberto Sánchez Cubillos, vicepresidente de episcopado colombiano, al describir el papel de los obispos en escenarios de violencia que impiden llegar a la paz, al término de la 115ª Asamblea Plenaria de los obispos en Bogotá.

La Conferencia Episcopal Colombiana invitó a “respetar y promover la institucionalidad, evitando la polarización, el odio, la división y todo tipo de maltrato o engaño, especialmente a los adversarios y contradictores”.

Tras una semana -del 3 al 7 de julio- de escucha, diálogo y discernimiento, los obispos reconocen que la realidad de la nación pide a todos trabajar por la unidad, además de un continuo discernimiento que permita comprender los caminos que los colombianos deben asumir en este tiempo.

“Deseamos que el pueblo colombiano, con los valores de altruismo que lo han caracterizado, venza la indiferencia y asuma la búsqueda del bien y la unidad nacional”, se lee en el mensaje presentado por los obispos al cierre de la Asamblea, en el que animan a “hacer realidad el sueño de una Colombia en paz, reconciliada y reconciliadora.

Superar la resignación
Como pastores del pueblo católico, los obispos exhortaron a los creyentes a “intensificar los procesos de evangelización, reavivar la oración por la patria y trabajar incansablemente por el bien común”. 

Apartarse del mal, hacer el bien, buscar la paz y correr tras ella; son tres pasos primordiales en el camino que los colombianos deben emprender según los obispos: “Amamos la vida, respetamos la dignidad de la persona humana y no nos resignamos a la violencia, aparentemente interminable”, aseguraron, al tiempo que explicaron las que consideran son “tareas y compromisos de todos, ya que se trata de ser testigos de esperanza en medio de una realidad adversa, un grito que nos anima a no desfallecer”.

Caminar en la verdad y la justicia
Apártense del mal: es la primera recomendación que, en palabras de los obispos, es tener presente que no se puede alcanzar la paz si no existe conciencia de la injusticia social y las estructuras de pecado que, de acuerdo con su propia experiencia, terminan por provocar situaciones de guerra y conflicto. Se trata de actitudes que muchas veces llegan a normalizarse o considerarse inevitables, una sociedad que se acostumbra al mal y no encuentra necesidad de hacer una denuncia efectiva o apartarse de este camino.

En segundo lugar, está hacer el bien. Al respecto, los prelados indican que se trata de una regla de oro para cualquier sociedad. Es un reto tanto para hombres como mujeres que, necesariamente, requiere de un cambio de mentalidad y una renovación interior.

Para ello, afirman que es necesario caminar en la verdad y la justicia, cultivar la capacidad de escucha y diálogo, además de superar la indiferencia para afrontar, con responsabilidad y esperanza, las diversas expresiones de la crisis que se extiende a los ámbitos humanos, políticos, económicos sociales y culturales, además de ambientales.

Frente a ese llamado a buscar la paz y correr tras ella, los obispos recordaron que este trabajo requiere de atención, propósito y perseverancia, pues si bien estamos hablando de un don de Dios, también nos referimos a una tarea humana. “Nuestro compromiso con ella nace del Evangelio, se alimenta en la oración y se manifiesta en la acción acogedora y misericordiosa”, puntualizaron.

Y concluyen exhortando a los colombianos a mostrar “esa voluntad de paz, que no solo compete a los actores armados sino a todos los ciudadanos, porque no podemos olvidar que la violencia afecta a todos, somos sus víctimas y es vital propiciar el encuentro; aquello que nos permita sentir de nuevo esperanza, porque “estamos llamados a renunciar a todo lo que destruye la vida, la familia, la sociedad y el planeta que habitamos”.+