Sábado 20 de abril de 2024

Misa en solidaridad con víctimas de trata: Nuevo clamor por una sociedad sin esclavos

  • 24 de septiembre, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
En ese marco, referentes de la pastoral animaron a trazar caminos en esa dirección y denunciaron que "el vergonzoso e intolerable crimen de la trata" se agudizó durante el aislamiento por la pandemia.
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La décimo tercera misa en solidaridad con los excluidos y las víctimas de tráfico y trata de personas se celebró el 23 de septiembre en la parroquia Inmaculado Corazón de María, del barrio porteño de Constitución, con el lema “Por una sociedad sin esclavos ni excluidos”.


La Eucaristía fue presidida por monseñor José María Baliña, obispo auxiliar y vicario de la Zona Centro de Buenos Aires; y concelebrada por monseñor Juan Carlos Romanín SDB, obispo emérito de Río Gallegos; y el presbítero Lorenzo de Vedia, capellán del Movimiento de Trabajadores Excluidos y de los Trabajadores Cartoneros.


Convocaron las parroquias del decanato Boca-Barracas-Constitución, el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor – Puerta Abierta Recreando, la Red Kawsay, el Departamento de Migraciones del arzobispado de Buenos Aires, el Hogar de Cristo, la Fundación La Alameda, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el Equipo No a la Trata (Comisión Nacional de Justicia y Paz) y la Comisión Episcopal de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes.


La predicación estuvo a cargo de monseñor Romanín, quien recordó que desde hace 13 años se convoca esta misa en solidaridad con las víctimas de la trata de personas, con los trabajadores cartoneros, con las  mujeres en situación de prostitución, con las víctimas de trata y tráfico, laboral y sexual, migrantes e itinerantes, personas en situación de adicciones.


“Rezamos y luchamos por una sociedad sin esclavos ni excluidos, en la que se reconozca y se respete la dignidad y la libertad de todos y cada uno”, sostuvo.


El prelado emérito aseveró que “el vergonzoso e intolerable crimen de la trata de personas daña seriamente la vida de muchísima gente” y advirtió que “este tiempo de aislamiento por la pandemia, agudiza este delito y lo hace más visible e insostenible en tantos rostros de hermanos que cada día vemos sufrir y padecer al lado nuestro”.


“Estos rostros de excluidos son muchos y dolorosos. Hay miles de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones de verdadera y penosa esclavitud”, sostuvo.


Monseñor enumeró una larga lista de personas en esta situación: “Trabajadores y trabajadoras oprimidos de manera formal o informal en muchos sectores, donde no se cumple con las mínimas normas laborales de justicia, de respeto, de equidad y de caridad”, “chicos y chicas que son explotados”, “cartoneros ue siguen reclamando el justo reconocimiento de su trabajo como servidores públicos con todo lo que esto conlleva”. 


“Pienso en los migrantes que se ven obligados a vivir en la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos, económicos, y en aquellos más vulnerables que, con el fin de poder ganarse un pedazo de pan, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles. Esto también se llama ‘trabajo esclavo’”, enfatizó.


El obispo emérito también pensó “en las personas en situación de prostitución, entre las que hay muchos niños, niñas y adolescentes, y en los esclavos y esclavas sexuales, en las mujeres obligadas a casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio, como lo pude constatar yo mismo en una ciudad de nuestra Patagonia”. 


“Es alarmante el número de femicidios y de violencia de género que acumula cifras escandalosas, y que todavía, creo que no hemos alzado suficientemente la voz de denuncia y de pedido de justicia”, alertó, y se refirió también a “los niños y adultos que son víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o la venta de drogas o el consumo indiscriminado del alcohol”.


Monseñor Romanín puso como ejemplo su propia vivencia: “Dios me regaló la oportunidad de vivir desde hace unos años, como les dije, en Villa Itatí, donde está el Hogar de Cristo ‘Jorge Novak’”.


“Te conmueve escuchar las historias de tantos pibes y pibas rotos por la pandemia permanente de las adicciones. Y allí, a esta altura de mi vida, me enseñaron a ‘recibir la vida como viene’ y ‘que vos sos importante’ y que un abrazo puede sanar heridas y salvar una vida”, aseguró.


Tras señalar que “en la raíz de la trata, se encuentra una mentalidad de que la persona humana pueda ser tratada como un objeto, descartable y excluido”, citó al papa Francisco para justificar los motivos por el cual el pontífice insiste en pedir un “salario universal” que equipare a todos y a todas.


El prelado emérito consideró que “hay que volver a poner en valor la vida” y valoró el “gran trabajo silencioso” que se hace desde la Iglesia para ayudar a las víctimas de trata y a los más pobres.


Por último, monseñor Romanín le pidió a la Virgen que enseñe a los argentinos a ser artífices de solidaridad y de fraternidad, a fin de que sepan dar esperanza y ayudar a “reanudar con ánimo el camino que lleve a construir una sociedad sin esclavos ni excluidos”.+