Lunes 29 de abril de 2024

Mons. García Cuerva: 'Volver a elegir la alegría más allá de los problemas'

  • 8 de abril, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
"Que volvamos a soñar que el reino de Dios es posible, que volvamos a creer que Jesús resucitado camina a nuestro lado, que volvamos a apostar por el Evangelio", propuso el arzobispo porteño.
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El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, propuso “que, iluminados por este Evangelio, nosotros también podamos poner toda nuestra vida en las manos de Jesús resucitado”.

“Reconocer que nuestro estado anímico a veces es de tarde de domingo, que estamos bajoneados, depresivos, desesperanzados, que a veces ya no tenemos más ganas, que tenemos el corazón cerrado por broncas, por culpas, que también tenemos la cabeza cerrada, porque a veces nos creemos dueños de la verdad, porque somos intolerantes, porque no resistimos opiniones distintas, porque descalificamos a todo el mundo”, planteó.

“Que nos podamos poner delante de Jesús para que Él nuevamente irrumpa, irrumpa el Señor resucitado. Creemos en el Dios de la vida que vuelve a nuestra vida y nos dice: 'Aquí estoy, he triunfado porque he triunfado por el amor, estoy vivo y te muestro cuánto te amo', mostrando las marcas de las manos y del costado”, agregó.

Tras preguntar por qué Tomás no estaba en aquel encuentro de los apóstoles con Jesús resucitado, reflexionó sobre “la otra cara de la moneda: ¿por qué Tomás vuelve? Porque ocho días después, cuando Jesús resucitado vuelve a aparecer en medio de la vida de los discípulos, Tomás está”.

“¿Por qué Tomás vuelve? Seguramente Tomás vuelve porque se da cuenta de que la vida de fe se celebra en comunidad. Tomás vuelve porque toma conciencia de que el dolor por la partida de Jesús es más llevadero si lo comparte con sus amigos, los discípulos. Tomás vuelve porque habrá escuchado un rumor por ahí de que Jesús estaba vivo, y entonces quería tener certeza de esa alegría de la resurrección”, subrayó.

“Tomás vuelve porque extraña. Tomás vuelve porque quizá perdona algún chispazo que habrá tenido en el vínculo con algún otro de los discípulos. Tomás vuelve porque se siente familia. Tomás vuelve porque sabe que lo importante es Jesús y no se quiere quedar en algún malentendido que quizá tuvo con alguno de sus amigos, los discípulos. Lo importante es que Tomás vuelve”, profundizó.

A quienes “están desilusionados de la Iglesia, que quizá hace rato que no van a una comunidad, que quizá alguna vez se enojaron y dijeron: 'Renuncio', y no participaron más”, el arzobispo porteño les propuso pedirle a Tomás que les "regale las ganas de volver”.

“Las ganas de volver a nuestra familia, que es la iglesia, que tiene cosas hermosas y otras cosas que nos duelen y molestan a todos. Las ganas de volver a la fraternidad, donde Jesús nos dice que seamos hermanos, amigos de Él, pero hermanos entre nosotros más allá de las afinidades”, puntualizó.

“Que podamos volver para celebrar juntos la resurrección. Que podamos volver a soñar que el reino de Dios es posible. Que podamos volver a creer que Jesús resucitado camina a nuestro lado. Que podamos volver a apostar por el Evangelio. Que podamos volver a elegir la alegría más allá de los problemas”, completó.

Monseñor García Cuerva animó a “volver a experimentar cuánto nos ama Dios, que hoy una vez más nos muestra las marcas de sus manos y su costado, y nos dice: 'Este es el precio que pagué por vos, te amo tanto que entregué la vida'. No dudemos de eso, ni del amor de Dios y de que con su resurrección venció a la muerte para siempre”.

Y finalizó con una poesía de un jesuita español: “Como Tomás, también dudo y pido pruebas, también creo en lo que veo. Quiero gestos, tengo miedo, solicito garantías, pongo mucha cabeza y poco corazón. Me resisto a confiar, pesan más las derrotas que los anhelos. Pregunto sin acoger la respuesta, Él vive. No me lanzo al camino sin saber adónde va. Evito las alturas por miedo a las caídas y me pierdo la emoción, el paisaje y la vida. Quítame el miedo, Señor, y el cálculo. Quítame la zozobra y la lógica. Quítame el gesto y la exigencia. Dame tu espíritu y que, al descubrirte en el rostro y en el hermano, susurre, ya convertido, Señor mío y Dios mío”.+