Jueves 22 de mayo de 2025

La cruz pectoral de León XIV contiene reliquias de los santos Agustín y Mónica

  • 10 de mayo, 2025
  • Roma (Italia) (AICA)
El día de su elección, el papa León XIV llevaba una cruz pectoral que contenía reliquias de santos vinculados a la orden agustiniana: las de san Agustín y la madre del santo, santa Mónica.
Doná a AICA.org

La cruz pectoral que portó el papa León XIV el día de su elección, el 8 de mayo, transmite un poderoso mensaje de santidad episcopal. En su interior se encuentran fragmentos de hueso de santos profundamente vinculados a la tradición agustiniana, testigos de la fe cuyas vidas reflejan fidelidad, reforma, servicio y martirio.

En el centro de la cruz se encuentra una reliquia de san Agustín, el gran Padre de la Iglesia que enseñó que la introspección es clave para encontrar a Dios y comprender su Palabra; algo que debe aceptarse con fe y razón para compartirse con los demás. 

La cruz pectoral del papa León XIV, es rica en simbolismo. Junto a la reliquia del Obispo de Hipona -padre espiritual de la Orden Agustiniana y guía inquebrantable a través de su Regla y escritos- se encuentran fragmentos de otros cuatro santos: Mónica, Tomás de Villanueva, el beato Anselmo Polanco y el venerable Giuseppe Bartolomeo Menochio.

Un regalo de la Curia General Agustina
Las reliquias fueron elegidas por el padre Josef Sciberras, postulador general de la Orden Agustiniana, como regalo de la Curia General a su hermano, el cardenal Robert Prevost, con motivo de su creación cardenal el 30 de septiembre de 2023. Cada reliquia representa una figura cuya vida refleja un aspecto clave de la santidad dentro de la familia agustiniana. 


En declaraciones a VaticanNews, el padre Sciberras expresó su gran alegría por la elección del nuevo Papa. Recordó que el cardenal Prevost se sintió profundamente conmovido cuando le entregaron la cruz durante una celebración en el refectorio del Colegio Internacional de Santa Mónica. Sabía que llevaría en su corazón las reliquias tanto de san Agustín como de su madre, Mónica.

El día antes del cónclave -compartió el padre Sciberras-, le envié un mensaje animándolo a llevar la cruz que le habíamos dado, para la protección de los santos Agustín y Mónica. No sé si fue por mi mensaje o no, pero cuando vi que la llevaba al prestar juramento, y de nuevo al salir al balcón de la basílica, me conmovió profundamente.

Agustín y Mónica
El fragmento del hueso de san Agustín recuerda a la Orden de San Agustín, fundada por la Sede Apostólica en 1244. A lo largo de los siglos, la Orden ha seguido su ideal de vida comunitaria, servicio apostólico, espiritualidad y estudio. La reliquia de Santa Mónica resalta el profundo y perdurable vínculo entre Agustín y su madre. La suya fue una vida marcada por la fortaleza y la perseverancia, y mediante sus lágrimas y oraciones incansables, contribuyó a la conversión de su hijo. Agustín elogió sus virtudes en sus Confesiones, considerándolas dones de Dios.

El papa Francisco sentía una especial devoción por santa Mónica, y como cardenal y Papa, visitaba con frecuencia su tumba en la basílica de San Agustín, en el Campo Marzio de Roma. Para la Orden Agustiniana, la vida de Mónica y el camino de su hijo hacia la conversión y la consagración están profundamente entrelazados: son piedras angulares de la espiritualidad agustiniana.

Tomás de Villanova
Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia en los siglos XV y XVI, fue un gran reformador de la vida religiosa y un verdadero pastor, uno que "olía a oveja", como decía el papa Francisco. Fue conocido por su incansable preocupación por los pobres y su apoyo a las misiones en el Nuevo Mundo. Brillante teólogo, fundó un seminario en Valencia en 1550, que aún existe, incluso antes de las reformas del Concilio de Trento sobre la formación sacerdotal.


Anselmo Polanco
El beato Anselmo Polanco, obispo de Teruel, fue martirizado durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Permaneció firme en su deber hacia su pueblo hasta el final, declarando en una ocasión: "Mientras quede un solo miembro de mi rebaño, yo me quedaré". Leal tanto al Papa como a su pueblo, fue asesinado por su fe inquebrantable y su testimonio evangélico.

Bartolomeo Menochio
El venerable Giuseppe Bartolomeo Menochio, obispo de Porfirio y prefecto de la Sacristía Apostólica, ejerció como sacristán pontificio desde 1800. Durante la era napoleónica, se mantuvo firme en su lealtad al Papa y soportó grandes adversidades por ello. Figura central en la vida de la Iglesia en Roma, falleció en olor de santidad el 25 de marzo de 1823. El papa Juan Pablo II reconoció sus virtudes heroicas en 1991. Menochio es recordado como un obispo devoto y el único que se negó a jurar lealtad a Napoleón, optando por dedicar su vida plenamente al servicio del pueblo romano.

Un signo visible de fe y misión pastoral
Las reliquias de los santos Agustín, Mónica, Tomás de Villanueva, el beato Polanco y el venerable Menochio se conservaban en la lipsanoteca de la Postulación Agustiniana. El padre Sciberras las confió al experto en reliquias Antonino Cottone, quien las colocó dentro de la cruz pectoral que posteriormente se entregó al futuro Papa.

"Esta cruz no es solo un objeto decorativo", explicó el padre Sciberras. "Es un signo visible de fe y un claro reflejo del compromiso pastoral. Las reliquias que contiene están todas vinculadas a la tradición agustiniana, y cada una representa la fidelidad, la reforma, el servicio o el martirio: virtudes que ahora guían y sostienen el ministerio del nuevo Papa".+