Martes 28 de octubre de 2025

Mons. García Cuerva: 'Que delante de Dios se nos caigan todas las caretas'

  • 28 de octubre, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
El arzobispo invitó a rezar con humildad y reconocer la propia fragilidad, sin compararse con los demás ni creerse superior. "Dios no nos quiere porque seamos buenos, sino porque Él es amor", dijo.
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El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, reflexionó sobre la parábola del fariseo y el publicano, y destacó que Jesús "nos muestra dos modos de oración, pero en el fondo, dos modos de vivir".

"El fariseo aparece satisfecho con sus logros, convencido de que puede ganar la salvación por su propio esfuerzo, como si Dios se la debiera", explicó el arzobispo.

"Es autosuficiente, y eso lo lleva a despreciar a los demás. Su oración es un monólogo ensimismado, más centrado en compararse con otros que en hablar con Dios", agregó.

"Por el contrario, el publicano -continuó- es consciente de su fragilidad y se confía a Dios. No se apoya en sus méritos ni en sus virtudes, sino en el amor y la misericordia divina. Su oración sencilla, 'Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador', nos hace mucho bien repetirla".

Monseñor García Cuerva recordó también palabras del papa Francisco, quien señala que el fariseo "reza con arrogancia y con hipocresía", mientras que el publicano "reconoce su pequeñez y se deja abrazar por la misericordia".

Que "delante de Dios se nos caigan todas las caretas"
El arzobispo pidió que "delante de Dios se nos caigan todas las caretas".

"A veces nos mostramos autosuficientes y perfectos, pero en la oración debemos presentarnos con toda nuestra verdad: con nuestras heridas, pedazos y fragilidades. Llevarle a Dios lo que somos verdaderamente", exhortó.

Recordó además la enseñanza de San Agustín, quien decía que "el hombre es un mendigo de Dios". "Que podamos acercarnos como mendigos, pidiendo su perdón y su misericordia, sin compararnos ni creernos más que nadie", añadió.

En otro pasaje de la homilía, citó al cardenal Tolentino de Mendonça: "¿Cuál es la mejor oración? La que podamos hacer hoy. Lo importante es no dejar de rezar".

Y también compartió una reflexión del jesuita José María Rodríguez Olaizola, quien advierte que muchas veces "se nos cuela el fariseo que llevamos dentro" cuando nos creemos mejores que otros. En cambio, la verdadera oración nace cuando decimos a Dios: "Esto es lo que hay", con confianza y humildad.

Finalmente, monseñor García Cuerva expresó su deseo de que "nuestra oración se vuelva un abrazo".

"Que podamos presentarnos ante Dios con todo lo que somos, sin arrogancias y sin egos, confiando en que, con nuestro barro, Él sabrá qué hacer", concluyó.+