Miércoles 25 de junio de 2025

El Papa invitó a los obispos a renovar la esperanza y el servicio pastoral

  • 25 de junio, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En el marco del Jubileo de los Obispos, el Santo Padre ofreció una meditación sobre la tarea fundamental de los obispos como pastores y testigos de esperanza para la Iglesia y el mundo.
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Ante los desafíos del mundo moderno, el papa León XIV instó a los obispos a renovarse espiritualmente y a retomar las fuentes de su misión. Durante un encuentro en la Basílica de San Pedro con motivo del Jubileo de los Obispos, el Santo Padre recordó que los pastores de la Iglesia son, ante todo, "ovejas del rebaño del Señor", llamados a una vida arraigada en la fe, la esperanza y el amor. 

Al inicio de su reflexión, el Papa recordó a los obispos que cada uno de ellos es, ante todo, "una oveja en el rebaño del Señor y solo después, un pastor". Por esto, están invitados a cruzar la Puerta Santa, que simboliza al Salvador.

"Para guiar a la Iglesia confiada a nuestro cuidado, debemos dejarnos renovar profundamente por Él, el Buen Pastor, para asemejarnos plenamente a su Corazón y a su misterio de amor", indicó.

Nuestra fe y esperanza vienen de Dios
Refiriéndose al lema del Año Jubilar, León XIV señaló que la tarea de los obispos es custodiar y transmitir, mediante la palabra y el testimonio, la riqueza de la esperanza al Pueblo de Dios. Esta proclamación de que "la esperanza no defrauda" implica ir contracorriente, especialmente en situaciones dolorosas o que parecen desesperanzadoras.


"El pastor es testigo de la esperanza mediante el ejemplo de una vida firmemente arraigada en Dios y totalmente dedicada al servicio de la Iglesia. Y esto sucede en la medida en que se identifica con Cristo, tanto en su vida personal como en su ministerio apostólico", afirmó el Santo Padre.

Unidad y vida teologal
En la meditación durante el encuentro jubilar, el Papa reflexionó sobre algunos rasgos del "testimonio de la esperanza".

El obispo es el principio visible de unidad en la Iglesia particular que le ha sido confiada. Su tarea consiste en asegurar que la comunidad se base en la comunión de todos sus miembros (entre sí) y con la Iglesia universal. También implica valorar los diversos dones y ministerios al servicio del Evangelio.

El segundo aspecto se refiere a que el obispo es un "hombre de vida teologal". "Es decir: un hombre plenamente dócil a la acción del Espíritu Santo, que despierta en él la fe, la esperanza y el amor y los aviva, como una llama de fuego, en diversas situaciones de la vida", señaló.

Fe y esperanza
El siguiente vector del ministerio episcopal es ser un "hombre de fe". Se trata de tener una actitud que, gracias a la gracia de Dios, permita ver más allá, percibir las metas y perseverar en las pruebas. El Papa añadió que "el obispo es un intercesor en su Iglesia, porque el Espíritu Santo mantiene viva la llama de la fe en su corazón".


En la misma perspectiva, el obispo es un hombre de esperanza. Especialmente en situaciones donde la situación de las personas que le han sido confiadas se vuelve difícil, el pastor ayuda a no caer en la desesperación: no con palabras, sino con cercanía. Cuando las familias llevan una carga demasiado pesada y las instituciones públicas no les brindan el apoyo suficiente; cuando los jóvenes se sienten decepcionados y cansados por mensajes engañosos; cuando los ancianos y las personas con discapacidades graves se sienten abandonados, el obispo está cerca. No se trata de que el obispo ofrezca soluciones prefabricadas, sino de brindar la experiencia de una comunidad que vive el Evangelio.

Amor de pastor
La unión de la fe y la esperanza da lugar a un "hombre de caridad pastoral". Según el Papa, toda la vida del obispo y su ministerio, tan diverso y multidimensional, encuentra su unidad en el "deber del amor". En este aspecto, su vida teologal "se expresa y manifiesta al máximo". La predicación, las visitas a las comunidades, la escucha de sacerdotes y diáconos, las decisiones administrativas: todo está impregnado e impulsado por el amor del Señor Jesús.

Prudencia
El Papa, partiendo del "corazón teológico de la vida del Pastor", enumeró otras "virtudes indispensables pero siempre animadas por el mismo Espíritu: la prudencia pastoral, la pobreza, la perfecta continencia en el celibato y las virtudes humanas".

"La prudencia pastoral es la sabiduría práctica que guía al obispo en sus decisiones, en el ejercicio de la autoridad y en sus relaciones con los fieles y sus asociaciones", señaló León XIV. A su vez, una señal concreta de prudencia es "el uso del diálogo como estilo y método en las relaciones, así como en la presidencia de los órganos de participación, es decir, en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular".

"La prudencia pastoral también permite al obispo guiar a la comunidad diocesana, tanto valorando su tradición como promoviendo nuevos caminos e iniciativas", añadió.

Pobreza y celibato
Hablando de la "pobreza evangélica", el Papa recordó que el obispo "lleva un estilo de vida sencillo, sobrio y generoso, digno y, al mismo tiempo, acorde con las condiciones de la mayoría de su pueblo". Es también preocupación por los pobres y libertad respecto al apego a la riqueza.


El obispo también vive esta "pobreza que es el celibato y la castidad por el Reino de los Cielos". "No se trata solo de ser célibe, sino de practicar la pureza de corazón y de comportamiento, imitando así a Cristo y mostrando a todos la verdadera imagen de la Iglesia, santa y pura, tanto en sus miembros como en su Cabeza", señaló y añadió.

"Debe ser decidido y firme al reaccionar ante situaciones que puedan causar escándalo, y en todo caso de abuso, especialmente hacia menores, acatando la normativa vigente".

Virtudes humanas
Finalmente, el Santo Padre mencionó el cultivo de las virtudes humanas. Mencionó: "Lealtad, sinceridad, generosidad, apertura de mente y corazón, capacidad de alegrarse con los que se alegran y de sufrir con los que sufren; así como dominio propio, mansedumbre, paciencia, discreción, gran disposición a la escucha y al diálogo, y disponibilidad para servir".

Estas virtudes deben cultivarse a imagen de Cristo, gracias al poder del Espíritu Santo.+