Mons. Colombo: 'La vida consagrada, signo de esperanza en medio de la crisis'
- 6 de septiembre, 2025
- Luján (Buenos Aires)
En la misa de apertura del jubileo particular, invitó a mantener vivo el ardor misionero, con creatividad y sencillez, y a seguir anunciando a Cristo como buena noticia para los desalentados.

En la misa de apertura del Jubileo de la Vida Consagrada, celebrada en la basílica de Luján, el arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Marcelo Colombo, invitó a las comunidades religiosas a renovar su misión como testigos de la esperanza en medio de la difícil realidad que atraviesa el país.
La celebración, que dio inicio al encuentro nacional organizado por la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, fue concelebrada por el cardenal Ángel Rossi SJ, arzobispo de Córdoba y vicepresidente segundo de la CEA, junto a los obispos integrantes de la Cevico: Mons. Héctor Zordán MSsCc (Gualeguaychú), Mons. José Chaparro CMF (Merlo-Moreno), Mons. Sergio Fenoy (Santa Fe) y Mons. Florencio Paredes Cruz CRL (Humahuaca).
Durante su homilía, Mons. Colombo recordó las palabras del beato Eduardo Pironio, a quien definió como un maestro de la espiritualidad eclesial latinoamericana. Citando su escrito María y los pobres, señaló que la vida consagrada es una proclamación del misterio pascual, que expresa alegría y esperanza enraizadas en el amor victorioso de Cristo.
"No se trata de una alegría superficial, sino de la certeza que brota de la fe y de la comunión fraterna, vivida en alianza con el Señor", destacó.
El prelado subrayó además la visión de Pironio sobre la felicidad cristiana, entendida sólo a la luz de la fe, que se hace concreta en el sí confiado de María en la cruz y en su maternidad espiritual para todos los creyentes.
En esta clave, afirmó, la vida consagrada está llamada a ser signo de la fidelidad de Dios en medio de los pobres y de las múltiples formas de sufrimiento.
"Signo evangélico en medio de la crisis"
En la parte final de su predicación, Mons. Colombo puso el acento en el presente del país y el papel que la Iglesia espera de los consagrados.
"En esta difícil situación que atravesamos como país, donde abundan tantas señales de desesperanza, la vida consagrada puede ser signo para todos, un signo evangélico de la misión, del testimonio y del servicio", afirmó.
Inspirándose en la figura de Mama Antula, los invitó a mantener vivo el ardor misionero, con creatividad y sencillez, y a seguir anunciando a Cristo como buena noticia para los desalentados.
"La misión es ese espacio sagrado donde el Evangelio transforma la vida de nuestros hermanos, y donde los consagrados son testigos de un amor grande, valiente y fiel: el del Señor resucitado", expresó.
El presidente del Episcopado exhortó también a no quedarse encerrados en dinámicas internas, sino a poner en el centro la misión y el trabajo en red con las diócesis, las parroquias y las demás comunidades.
"No resulta testimonial la vivencia aislada del carisma -subrayó-, sino que se hace necesario vivirlo en comunión, unidos a todos, superando toda forma de autorreferencialidad".
Monseñor Colombo alentó a los religiosos y religiosas a discernir con audacia los nuevos desafíos, desde las periferias existenciales hasta los "mundos nuevos" como el continente digital, donde la Iglesia también está llamada a hacerse presente.
"El sí de María en cada etapa de su vida la hizo disponible a la obra de Dios y cercana al pueblo. Así también la vida consagrada, en medio de tiempos duros y de escasez de miembros, está llamada a ser servicio, esperanza y profecía para nuestra Iglesia y nuestra Patria", concluyó.
Más información, en www.episcopado.org y redes sociales.+