Martes 12 de agosto de 2025

Mons. Fassi: 'El servicio nos hace hermanos, nos hace Iglesia'

  • 12 de agosto, 2025
  • Luján (Buenos Aires)
El obispo de San Martín presidió en Luján la misa por el Jubileo de los diáconos y destacó que ser diácono no es una función personal, sino un signo visible de una Iglesia entera llamada a servir.
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El obispo de San Martín, monseñor Martín Fassi, presidió la misa por el Jubileo de los Diáconos en la basílica Nuestra Señora de Luján. En su homilía, subrayó la esencia del ministerio diaconal como una vocación al servicio humilde y compasivo, imagen viva de un Dios que "se arremanga para servir".

"Felices los servidores a quienes el Señor encuentra velando a su llegada", comenzó diciendo, al evocar la parábola del siervo fiel. "Así nos pinta Jesús cómo es el cielo: la gran fiesta donde Dios mismo nos va a invitar a su mesa... y se pondrá a servirnos. Este es el Dios que nos muestra Jesús: un Dios que se alegra de estar a nuestro servicio".

Monseñor Fassi destacó que ser diácono no es una función personal, sino un signo visible de una Iglesia entera llamada a servir. "Donde ustedes sirven, está sirviendo la Iglesia. Pero no solo ustedes: todos nosotros estamos llamados, por ser cristianos, a ser servidores de los demás", consideró, dirigiéndose a los veinticinco diáconos presentes.

El obispo destacó que el servicio no es una cuestión de prestigio sino de amor concreto, compasivo y activo, especialmente hacia los más pobres y frágiles de la sociedad. "San Lorenzo, diácono y mártir, señalaba a los pobres como la verdadera riqueza de la Iglesia, no por demagogia, sino porque en ellos encontramos la ocasión de ponernos al servicio. Eso es lo que nos salva, lo que nos hace verdaderamente humanos: amar y dejarnos amar, ayudar y dejarnos ayudar."

Monseñor Fassi recordó también una frase emblemática del papa Francisco: "Nadie se salva solo", y animó a vivir la compasión como el verdadero poder del Evangelio. "El servicio nos hace hermanos, nos hace Iglesia. Y si lo vivimos de corazón a corazón, provocará el milagro social que necesitamos: una patria de hermanos, tratándonos con ternura, respeto y sin exclusiones".

El prelado invitó a los diáconos -y a todos los presentes- a recordar ese nombre cariñoso con el que alguna vez los llamaron sus padres o abuelos, y desde esa memoria afectiva, redescubrir la ternura con la que Dios se dirige a su pueblo: "Rebañito mío, no tengas miedo".

A continuación, monseñor Fassi los llamó a renovar las promesas de su ordenación diaconal. "Recuerden ese día -dijo- y también recuerden un gesto del cariño de Dios hacia ustedes. Porque de ese amor recibido brota el verdadero servicio."

Finalmente, agradeció la labor silenciosa, muchas veces invisible, de los diáconos en las comunidades, en sus familias y trabajos. "Ustedes hacen presente al Jesús servidor, al Jesús diácono. Su esfuerzo y entrega muestran el modo en que Dios nos trata. Por eso, que esta gracia del Jubileo renueve su corazón y también el de sus familias."

A la homilía le siguió la renovación de las promesas diaconales ante la comunidad reunida y la bendición de monseñor Fassi, quien pidió "rezar los unos por los otros", reconociendo ese gesto como uno de los mayores servicios posibles dentro del Pueblo de Dios.+