Mons. Colombo animó a rezar para que nunca falten sacerdotes
- 3 de agosto, 2025
- Mendoza (AICA)
El arzobispo mendocino pidió unirse en oración no sólo por los actuales pastores sino también para que aquellos que son llamados a esta misión respondan con generosidad.

El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, presidió la misa dominical desde la basílica Nuestra Señora de la localidad mendocina de Luján de Cuyo, donde invitó especial a orar por los sacerdotes, en la víspera de la memoria litúrgica de san Juan María Vianney, patrono del clero.
"Cuando rezamos por los sacerdotes, también queremos pedirle a Dios que nunca falten, que siempre haya vocaciones sacerdotales en su Iglesia", expresó.
El arzobispo mendocino animó a los fieles a elevar una plegaria no sólo por los pastores que ya sirven en la Iglesia, sino también por quienes hoy sienten el llamado de Dios al ministerio presbiteral.
"Un ministerio indispensable para la paternidad espiritual de la comunidad, para la fracción del Pan eucarístico y para la concesión del perdón tan necesario e imprescindible que Dios quiere conferir a través del sacerdote", destacó.
Monseñor Colombo pidió unirse en oración para que quienes son llamados a esta misión respondan con generosidad.
"Que puedan decir con un corazón libre que sí, con toda la vida y con toda su disponibilidad", concluyó.
Texto completo de la homilía
HOMILÍA DOMINGO XVIII
Basílica Ntra. Sra. de Luján de Cuyo, 3 de agosto de 2025
Mis queridos hermanos,
La Palabra de Dios de hoy nos propone una mirada sobre el conjunto de la vida, para concentrar nuestro corazón en lo importante: nuestra elección de Dios como sumo y eterno Bien. En la primera lectura escuchábamos esa expresión sapiencial, "vanidad de vanidades", para considerar cómo la existencia humana transcurre entre proyectos, valoraciones, escalas de intereses e inquietudes que muchas veces carecen de profundidad y solo buscan el propio bienestar con sentido egoísta e inclusive egocéntrico, sin valorar a los otros para entrar en diálogo con ellos y buscar en la gratuidad de la vida aquellas cosas simples que Dios nos regala.
Este texto del Eclesiastés, un poco pesimista, nos hace notar que muchas veces estamos atrapados por esa mirada mezquina que busca darles importancia a cosas que no la tienen y prescinde de valorar lo bueno, lo noble, lo bello que Dios nos ha dejado para nuestro bien.
Al Eclesiastés le falta la experiencia fuerte de Cristo resucitado. Por eso, en la carta a los colosenses, Pablo dice: "Ustedes han resucitado; por eso, busquen los bienes de arriba". Busquen las cosas que realmente valen, busquen aquello que tiene que ver con ustedes, que han sido elegidos y amados por Cristo. Porque, resucitados con Él, ustedes son hombres y mujeres nuevos. Esta respuesta de Pablo a aquella mirada pesimista del Eclesiastés nos hace tomar conciencia de que debemos volver sobre las cosas verdaderamente importantes y darnos cuenta de que nuestro único gran tesoro es Cristo.
De eso nos habla el Evangelio. En la historia que propone Jesús, ese hombre que ha estado juntando plata, almacenando granos, queriendo asegurarse la vida, cuando menos lo pensaba ?cuando ya estaba tranquilo y consideraba que lo había conseguido todo?, tuvo que partir porque le llegó la hora de la muerte. Recuerdo esa expresión tan lúcida del papa Francisco: "la mortaja no tiene bolsillos", para decir que nadie puede llevarse el dinero cuando se muere. Y, en ese caso, todo lo que había juntado, todo lo que pensaba que eran sus bienes, no le serviría de nada. Por eso Jesús nos hace notar: busquen los tesoros verdaderos, pongan su corazón en tesoros de verdad.
La Palabra de Dios nos pide que pensemos cómo vivimos, cómo optamos, cómo elegimos. Y si en nuestras decisiones, opciones y modo de vivir no están, a veces, la mirada, el corazón y las decisiones oscurecidas por esa superficialidad y codicia que Jesús denuncia.
Queridos hermanos: de la mirada pesimista del Antiguo Testamento, a la respuesta convencida y persuasiva de Pablo, y a la mirada de Jesús, que nos hace notar que nuestros bienes están allí donde está el Señor, Nunca seremos ricos si no optamos por Él.
Mañana, 4 de agosto, celebramos el Día del Sacerdote. Asociamos la memoria litúrgica de san Juan María Vianney, con el ministerio presbiteral. Cuando rezamos por los sacerdotes, también queremos pedirle a Dios que nunca falten, que siempre haya vocaciones sacerdotales en su Iglesia.
Mañana, entonces, cuando celebremos el Día del Sacerdote y saludemos a aquellos que conocemos ?a nuestro párroco o a nuestros amigos sacerdotes? no dejemos de elevar una plegaria por aquellos que hoy mismo están siendo llamados por Dios para desempeñar ese ministerio. Un ministerio indispensable para la paternidad espiritual de la comunidad, para la fracción del Pan eucarístico, para la concesión de ese perdón tan necesario e imprescindible que Dios quiere conferir a través del sacerdote. Unamos nuestros corazones y nuestras plegarias por el ministerio de nuestros sacerdotes, y pidamos por aquellos que, llamados a esa misión, puedan decir con un corazón libre que sí, con toda la vida y con toda su disponibilidad.+