Formosa: la comunidad renovó su devoción a Nuestra Señora del Carmen
- 17 de julio, 2025
- Formosa (AICA)
Sin autoridades presentes, el pueblo fue el gran protagonista de la celebración, presidida por el obispo, monseñor José Conejero Gallego. Una multitud acudió a honrar a su patrona.
La comunidad diocesana de Formosa celebró el 16 de julio a Nuestra Señora del Carmen, patrona de la diócesis. La jornada inició con la llegada de la imagen peregrina a la catedral que lleva su nombre.
La ceremonia central se desarrolló frente al templo ubicado en la intersección de las avenidas 25 de Mayo y Moreno, donde el pueblo se congregó masivamente para rendir homenaje a la Virgen.
La Eucaristía fue presidida por el obispo de Formosa, monseñor José Conejero Gallego, quien estuvo acompañado por los sacerdotes de la diócesis. De la celebración, además de los numerosos fieles, participaron diáconos permanentes, seminaristas y monaguillos.
En esta ocasión no estuvieron presentes autoridades civiles; fue el pueblo el que tomó protagonismo y vivió la jornada como expresión genuina de fe popular.
Durante su homilía, monseñor Conejero invitó a los fieles a vivir esta celebración en el contexto del Año Santo Jubilar 2025, destacando la figura de la Virgen del Carmen como modelo de alegría, mansedumbre y paz.
Una Iglesia sencilla, misericordiosa y misionera
"Alégrate, Virgen María, porque fuiste elegida desde toda la eternidad para ser la madre del Hijo unigénito del Padre Dios, Jesucristo, la luz del mundo, que ilumina las tinieblas del mal, del pecado y de la muerte", proclamó en el inicio de su mensaje, en el que pidió la intercesión de la Virgen para que la comunidad formoseña sea una Iglesia sencilla, compasiva, misericordiosa y misionera.
El obispo profundizó sobre tres frutos esenciales del Espíritu Santo para vivir este tiempo jubilar: la alegría, la mansedumbre y la paz.
"La alegría del Señor debe estar unida a la oración, como lo viviste tú, María, aguardando la presencia del Espíritu Santo junto a los apóstoles", expresó.
"Frente a las divisiones y agravios de nuestro tiempo, necesitamos con urgencia la mansedumbre, como virtud que nos hace semejantes a Cristo, manso y humilde de corazón", agregó.
Finalmente, monseñor Conejero Gallego recordó que "Jesús es nuestra paz, el que derriba muros y enemistades, y nos reconcilia con Dios y entre nosotros".+